La importancia y valor de una buena autoestima.
¿Qué es la autoestima?
La autoestima es la combinación de: “auto-valoración”, “auto-cariño”, “auto-respeto” y “auto-integridad”. Es un concepto psicológico que se usa para describir cómo se siente una persona sobre sí misma. La alta autoestima indica una buena valoración de uno mismo, mientras que la baja autoestima indica lo contrario.
Abraham Maslow cree que la salud psicológica se basa en el núcleo, y solo es posible cuando el núcleo esencial de la persona es aceptada, amada y respetada por sí mismo, y por los demás. Según Jack Canfield: «La autoestima se basa en sentirse seguro y encantador«.
La autoestima y la autoimagen están interrelacionadas. El término autoimagen se usa para describir la imagen mental que tiene una persona de sí misma. La autoimagen es conductora hacia la autoapreciación. Durante la primera infancia, desarrollamos imágenes mentales de nosotros mismos: quiénes somos, en qué somos buenos, cómo nos vemos y cuáles son nuestras fortalezas y debilidades. Nuestras experiencias y nuestras interacciones con otras personas harán que estas imágenes mentales sean más fuertes dentro de nosotros. Con el tiempo, estas autoimágenes mentales desarrollarán nuestra forma de querernos. La autoestima se define por los sentimientos que desarrollamos dentro de nosotros mismos como resultado de factores externos. Esto trata de cuánto nos sentimos aceptados, amados y valorados por los demás y cuánto aceptamos, amamos y valoramos a nosotros mismos. Es la combinación de esos dos factores que dan forma a nuestra autoestima.
Otro concepto relacionado es la inteligencia intrapersonal; ocurre cuando la persona tiene la capacidad de realizar introspección, y así analizarse y evaluarse a si misma. Aprender sobre nosotros es clave para tener una buena relación con quienes somos.
Tenerse una buena estima significa que tenemos suficiente autoconfianza para no necesitar la aprobación de los demás.
¿Cómo se desarrolla?
Los pensamientos, las relaciones y las experiencias moldean tu autoestima. El amor por uno mismo comienza a formarse desde la niñez, y los factores que influyen en ella incluyen satisfacción en lo que se percibe, la relación con otras personas, las experiencias en la escuela, el trabajo y la comunidad, discapacidad, enfermedad, lesiones, cultura, religión, e incluso el papel y el estado de uno en la sociedad. La baja autoestima se desarrolla cuando la persona no se ve a sí misma con las cualidades que admira. Desafortunadamente, las personas con esta característica baja generalmente tienen las cualidades que admiran, pero no pueden verlas porque su auto-imagen está extremadamente distorsionada.
El Dr. Michael Miller, editor en jefe de Harvard Mental Health Letter, dice: «Es más probable que la autoestima venga como resultado de una autocomprensión precisa, la apreciación de las habilidades genuinas propias y la satisfacción de ayudar a los demás». Las personas cercanas a ti como: padres, hermanos, compañeros, amigos, profesores y otros contactos y tu interacción con esas personas, tendrán un gran impacto en tu propio cariño. Se establece en la primera infancia y madura durante la adolescencia tardía. Cada vez que la persona estabiliza su sentido de estar en control de su propio destino, comienzan a formular su propia estima. La relación familiar juega un papel importante en la determinación de nuestra autoestima. Es la forma en que nos tratan los demás que nos enseñan si somos importantes. La sensación de ser cuidados o valiosos formará nuestro nivel de autoestima.
Subir la autoestima:
La mayor fuente de autoestima son los pensamientos, y estos pensamientos están bajo nuestro control. Centrárse en los errores y debilidades solo la debilitará. Puedes revertir este tipo de pensamiento al enfocarse en sus puntos y características positivas.
Según Denis Waitley: «Para establecer una verdadera autoestima debemos concentrarnos en nuestros éxitos y olvidarnos de los fracasos y los aspectos negativos en nuestras vidas». Hay muchas herramientas de autoayuda para elevarla. Todos comienzan a la manera de pensar. Como dijo Eleanor Roosevelt: «Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento».
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